sábado, 2 de febrero de 2013

José y lo imposible

Cuenta la leyenda que en un tiempo, en un lejano y misterioso lugar se reunieron el Tupá Mbahé y el Habá Mbahé, algo muy raro porque no era muy común que sucedan estas cosas.

También dicen los sabios que en esa oportunidad el Habá Mbahé, soberbio y elocuente, entre truenos y relámpagos, replicaba diciendo.

-   Es imponible lograr lo que piensas, yo soy el dueño de las desgracias y de los obstáculos, yo determino las condiciones, yo soy la desgracia misma.

Que después de la tormenta la selva se convirtió un florido jardín, donde el vuelo de miles de mariposas y la explosión de cientos de flores adornaron el verde de los árboles y el rojo de la tierra. Fue cuando el Tupá Mbahé dijo lo siguiente.

-   Puede ser que tu creas saber y creas poder hacer todos eso, es parte de tu realidad, deja que las cosas sigan su curso normal, deja que todo fluya dentro de la estructura natural de las cosas, si algo tienes que hacer, solo hazlo, pero quiero que sepas que nada será diferente a lo que tenga que ser.

Montecarlo, Provincia de Misiones, República Argentina, una ciudad pujante, donde la rara mezcla de gringos, criollos, paraguayos, japoneses, le inyectó la fuerza y el empuje necesario para constituirla en una hermosa y pujante ciudad.

Don Spadaro Suboficial de la Gendarmería Nacional Argentina, mil cicatrices, batallador de mil enfrentamientos, combatiente de una selva agreste pero a la vez noble y misteriosa, conversaba con su hijo.

-         José ¿Pensaste que vas a ser de tu vida? ¿Que serás cuando crezcas?.

-         Quiero sor como vos papa, un gendarme. Quiero parecerme a ti.

-         Todo padre quiere que su hijo sea como es el, pero quisiera que rompas las barreras que yo no pude romper o alcanzar las metas que yo no pude alcanzar, en fin ser mejor que yo.

-         Eso es imposible, contestó José. Nunca podré ser más que vos, eres lo mejor.

-         Hijo nada es imposible, todo te será posible en la medida de tus esfuerzos y de tu dedicación, identifica tu norte y camina hacia el, aunque te duelan las piernas o aunque todo tu esqueleto te pida pausa, sigue…sigue siempre, y recuerda… nada es imposible.

Cuenta la leyenda que José creció y se hizo gendarme, que recorrió el mundo, que camino montes, conquistó desiertos y soledad, lloro y mucho, rió y bastante, volvió a su ciudad y volvió también a sus montes donde habita el pombero, donde trabajo con dedicación y amor.

Cada tanto recordaba la palabra de su padre…Nada es imposible… y ese era su motor. En las noches frías y negras, repetía… nada es imposible…nada.
Año mil novecientos ochenta y dos, estaba leyendo cuna una noticia hizo explosión en su cabeza, recuperamos nuestras Islas. Se puso de pie, recordó las palabras de su padre…nada es imposible… Llamo a su esposa, le pidió que le ayudar a preparar sus cosas, que haría un viaje.

Su esposa, no entendía nada, preocupada no sabia que decirle. ¿Un viaje?, ¿Dónde?, ¿Cuando?, si nadie te llamó.

La mira tiernamente agregando -Ya me llamarán.

Ella recordó sus palabras... nada es imposible...Entonces entendió y juntos prepararon el equipo.

Y lo llamaron... Y le dijeron. - José vaya... Usted podrá... nada es imposible.

Si preguntar, donde, cuando, con quien ni como, preparó a sus hombres los entrenó, los llamó Alacranes y los llevo allá… tras ese manto de neblinas… allá donde cruje el mar.

Cuenta la leyenda que combatieron con todo y en todos los frentes.  Jamás lo vieron llorar, jamás lo oyeron gritar, siempre de frente siempre adelante.

Hasta un día se hizo un raro silencio, todo parecía terminar.

-Todo terminó le dijo Hugo Díaz

-Huguito, terminó la primera, fase, o mejor aún el primer momento de la primera fase, faltan todos los momento y todas, la fases.

Huguito, experimentado combatiente, sabio de mil batallas, rió, sabía que para el nada era imposible… Si jefe era así.

Regresaron y de despidieron, cada uno por su lado, cada Alacrán a otro punto cardinal, a otra misión como debe ser.

Cuenta la leyenda que muchos de sus Alacranes fueron llevados, como adelantados, allá con el Tupá Mbahe, a preparar el camino para la llegada de otros.

Cuenta la leyenda que José sigue como siempre, cada tanto se sabe de el, se sabe que sigue preparándose para los siguientes momentos y las siguientes fases, sabe que nadie puede frenar las fuerza de los Alacranes, que se multiplicaron por cientos, por miles, esperando el día y la hora de romper con lo imposible. Ellos esperan y allí estarán cuando sea necesario.

El Habá Mbahé, mira confundido, no entiende que paso, ¿Como sucedió? ¿Como no pudo frenarlo? ¿Como no lo derrotó antes?

Mientras el Tupá Mbahé, camina lentamente, acaricia su larga y blanca barba, sonríe feliz. A su lado esta uno nuevo, el recién llegado, se llama Hugo Díaz, Huguito, lo palmea amorosamente, mientras le dice.

- Gracias Huguito, desde acá podemos cuidarlo mejor, porque José aún tiene muchas tareas que hacer, desde acá lo vamos a ayudar, lo vamos a iluminar. Aunque el sepa que...nada es imposible. LUÍS ALBERTO (Dedicado al Cte Grl (VGM) JOSÉ SPADARO, héroe de la Nación y creador de los Alacranes, que Dios lo bendiga)

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