lunes, 22 de octubre de 2012

De la doctrina y la rigidez

El arte de la guerra exige estar preparado, te obliga a estar permanetemente en movimiento. No ofrecer a el enemigo flanco alguno ni permitir que te sorprenda.

Napoleón solía repetir. “Revisad siempre la historia, leed, releed, las campañas de Alejandro, Aníbal, Cesar, Gustavo, Turenne, Eugenio y Federico, modélense sobre ellos, he aquí el único medio de convertirse en un gran Capitán y de sorprender mediante los secretos del arte de la Guerra”.

Pero seguir esta premisa, no significa que tu mente o tus tropas estén en posiciones estáticas, defendiendo una idea particular, o un lugar especifico, repitiendo las mismas maniobras de antaño.

Ninguna táctica o técnica debe ser aplicada rígidamente, no lo hizo Napoleón, en Austerlitz. Ataca los problemas desde nuevos ángulos, adáptate al paisaje, aprecia la situación. Así podrás explotar el caos y no sucumbir en él.

Tampoco debes olvidar apreciar el riesgo y determinar el riesgo residual, este concepto siempre debe ser considerado desde el lado de la precaución, los peores desastres militares de la historia se han debido a no dar credibilidad a su impacto.

Hacer la guerra solo con conocimientos del pasado hoy nos puede aportar factores de decisión confusos. Debes eliminar esa tendencia, debes ser valiente y oportuno, usar la imaginación, porque tu enemigo estará haciendo lo mismo, él también conoce el pasado, vive el presente y seguro que también sabe planificar a futuro. Ten cuidado amigo, mucho cuidado con esta posibilidad, si la ignoras determinara tu segura derrota.

Recuerda que cuando Saddam Hussein, invadió Kuwait en 1990, creyó que Estados Unidos aún no se recuperaba del "síndrome de Vietnam”, el temor a bajas y pérdidas y que evitaría por completo la guerra o combatiría como antes, utilizando las mismas estrategias, tratando de ganar por aire, no por tierra.

No comprendió que el ejército estadounidense ya estaba listo para un nuevo tipo de guerra. Y esa fue la razón de su derrota.

Recuerda siempre que el perdedor de una batalla o una guerra puede estar entre dos posibilidades, puede estar traumatizado o inmovilizado y actuar con importantes limitantes, pero también puede estar lo suficientemente motivado y con suficiente poder para atacarte y destrozarte antes que intentes movilizar tus fuerzas. LUÍS ALBERTO.

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