miércoles, 24 de octubre de 2012

Alejandro Magno

Alejandro III de Macedonia, hijo y sucesor de Filipo II de Macedonia, discípulo de Aristóteles, fué sin lugar a dudas unos de los mayores iconos culturales de la antigüedad, ensalzado como el más heroico de los grandes conquistadores.

Sus hazañas le han convertido en un mito y, en algunos momentos, en casi una figura divina, posiblemente por la profunda religiosidad que manifestó a lo largo de su vida.

En su reinado de trece años, cambió por completo la estructura política y cultural de la zona al conquistar el Imperio Aqueménida y dar inicio a una época de extraordinario intercambio cultural, en la que lo griego se expandió por los ámbitos mediterráneo y próximoriental.

Encontrándose al borde de la muerte, Alejandro convocó a sus generales, llamados también diádocos (sucesores) y les comunicó sus tres últimos deseos:

Primero, que su ataúd fuese llevado en hombros y transportado por los propios médicos de la época.

Segundo, que los tesoros que había conquistado (plata, oro y piedras preciosas), fueran esparcidos por el camino hasta su tumba.

Tercero, que sus manos quedaran balanceándose en el aire, fuera del ataúd, y a la vista de todos.

Uno de sus generales, asombrado por tan insólitos deseos, le preguntó.

- ¿Cuáles son sus razones, General?

- Alejandro respondió.

"Que los más eminentes médicos carguen mi ataúd para así mostrar que ellos no tienen ante la muerte el poder de curar."

"Que el suelo sea cubierto por mis tesoros para que todos puedan ver que los bienes materiales aquí conquistados, aquí permanecen."

"Por ultimo que mis manos se balanceen al viento, es para que las personas puedan ver que vinimos con las manos vacías, y con las manos vacías partimos." LUÍS ALBERTO.

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