viernes, 30 de marzo de 2012

Dorival Medera

Tío Dorival, Don Dorival, Señor Medera, El vecino bueno, muchos eran las formas con lo que se referenciaba  al Tío Dorival.

Siempre alegre,  bueno y divertido, con un corazón de oro, siempre dispuesto a dar  todo por los demás. Olvidándose muchas veces de sus propias necesidades.

Fue Policía, comerciante, ganadero, crió caballos, vivía en un hermoso barrio ubicado cerca de un arroyo llamado “Yarará” en la localidad de Puerto Esperanza, donde todos lo respetaban y lo adoraban, desde los mas ancianos hasta los niños que apenas gateaban, todos lo conocían y lo amaban.  

Tenia miles de ahijados, algunos del bautismo y otros del corazón, no importaba mucho,  disfrutaban  mucho llamarlo“Padrino” o “Padrinito”, esto hacia que la gente fuera mas feliz y pudiera estar mas ceca de Don Medera. 

Hasta los perros vagabundos lo seguían o lo esperaban cuando regresaba de  su comercio, no importaba la hora pero Tío Dorival hablaba con ellos y los conocía muy bien a todos, hasta los había puesto un nombre a cada uno, “El Negro”, “El orejudo”, “El feo”, “El fiaca” etc.,caminaba largas horas acompañado de sus amigos y otra cosa curiosa, siempre le seguían los pájaros en su recorrida diaria, parecía que los había amaestrado a todos,  solían verse siempre extraños y hermosos pájaros a su alrededor.

También criaba palomas, a estas le hablada de viajes y de historia, recorría el mundo con ellas mientras estas lo escuchaban atentamente.

Mi relación con Tío Dorival era muy especial, hablábamos mucho, aún cuando me tuve que ir a otras tierras, siguiendo otros rumbos, manteníamos contacto a través del teléfono o alguna carta, hablar con el era algo extraordinario, era como volver a mi infancia, a mi adolescencia, reírnos de pavadas y de ocurrencias era algo muy común en nuestros encuentros.

Cosa rara la vida, una tarde mientras caminaba por la calle  peatonal “Reconquista” en la ciudad de Buenos Aires, concentrado en mis problemas diarios, recibo una llamada de mi hermana que dice. El Tío Dorival acaba de fallecer.

La noticia me paralizo, ¿Cómo podía ser?, ¿Por que Dios lo permitió? ¿Qué será ahora de sus pájaros, de sus palomas, de sus perros, de su familia?

Si la primera  pregunta fue ¿Por qué?, la siguiente fue, ¿Cómo sucedió?. 

Me dijeron que fue un paró cardiaco, no les creí, un corazón tan grande no puede detenerse, es mas un corazón santo no puede morir, eso me dió esperanzas.

Camine hasta la catedral de Buenos Aires y me arrodille a hablar con El y esto me respondió.

Me dijo algo así. “Luisito no te preocupes, un corazón así no puede detenerse, simplemente permitimos que descanse y se duerma para traerlo hasta acá es necesario tenerlo cerca”.

“Ahora ya esta con nosotros y sigue igual, alegre y divertido, y desde este lugar está haciendo  muchas cosas por la vida, porque el mundo esta un poco loco, ¿Sabes?".

“Porque también nosotros necesitamos ayuda y necesitamos de muchos Tíos Dorival, no se preocupen por el, mejor preocúpense por ustedes y por aquellos pequeños que el cuidaba y que hoy ya no lo tienen, ellos  mucho lo deben extrañar, ámenlos, como el los amaba, cuídenlos como el los cuidaba.

Sentí un gran alivio en el corazón y me puse muy contento por Tía Mercedes su esposa, por Paco y María sus hijos, por sus nietos, también por mi mama que lo quería tanto, pero supe que estaba feliz , que su corazón estaba nuevamente en funcionamiento y lo mas importante todavía anda haciendo bondades por el mundo, contento y feliz, divertido y a las risotadas. LUIS ALBERTO.

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