“La guerra es la continuación de la política por otros medios” (Clausewitz). “El arte de la Estrategia es de importancia vital para un país” (Sun-Tzu).
Estas sentencias nos enseñan que la guerra siempre debe ser manejada con un criterio razonable, aunque sea algo que implique el enfrentamiento armado, no de salirse de los canales determinados por un razonamiento lógico.
La conducción de una contienda armada debe estar direccionada hacia un propósito superior, concebido no solo como un medio para decidir resultados sino como un proceso que deje a los bandos involucrados en mejores condiciones para alcanzar la paz y el bienestar de sus ciudadanos.
Cuando mejor sea la estrategia, mejor serán las condiciones para explotar el estado de paz permanente. En este caso juega un papel preponderante los métodos utilizados por los bandos, si no se respetan valores o se utilizan métodos destructivos, la contrapartida será similar y al final podrían quedar ambos contrincantes en pésimas condiciones.
Por lo contrario si el estratega demuestra habilidad para alcanzar no solo la victoria sino lograr el mejor estado al final, la paz estará asegurada o al menos será más provechosa para ambos.
Estos cálculos se extienden más de lo evidente, y se materializa con líderes capacitados en buscar la paz sin lanzarse ciegamente hacia la victoria a costa de cualquier sacrificio.
El empleo de la fuerza debe ser gradual y se debe ser muy cuidadoso con el manejo de la violencia, un enemigo capacitado puede aprovechar lo excesos y quitarnos la posibilidad de alcanzar las condiciones para la paz y siendo victoriosos podemos estar en desventaja.
La vision del estratega debe estar comprometida con los intereses de la Nación, creando las condiciones necesarias para crecer y vivir en armonía. Siempre es más sensato correr riesgos a fin de asegurar la paz, que para alcanzar solo una victoria, porque una victoria que no lleve a la paz es una victoria inútil. LUIS ALBERTO.
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