viernes, 22 de abril de 2011

Tia Daluys

Vacaciones de verano, pasar como siempre en el campo del abuelo Juan, un lugar lleno de misterios, ubicado en una hermosa pradera.

Todo ahí era mágico, el campo, los ríos. El amanecer con los animales, los pájaros y las mariposas. El atardecer con sus duendes y sus hadas. El anochecer con las charlas, risas y mil historias, todas tan increíbles como fascinantes.

Entre  estas personas estaba tía Daluys, mucho no se conocía de su vida, hablaba poco, y a decir verdad, casi nadie hablaba con ella, siempre en la cocina, en un rincón, o en el campo sentada a la sombra de un árbol.

Su mirada siempre era franca y sus ojos reflejaban mucha paz.  Hablaba solo el portugués,  siempre sola, siempre fumando.

Era un caluroso mediodía misionero,  salí a disfrutar de la paz, de las chicharras (cigarras) y los grillos, en esa hora era como si se detuviera el tiempo.

Debajo de un árbol, sentada, fumando, estaba tía Daluys,  tarareando una hermosa canción, mirando al horizonte.

–Hola tía. Dije, – ¿Como estas mi hijo?, contestó.

Me invadió una profunda nostalgia al verla tan sola, tan triste.

–Puedo  hablar con vos tía. -Claro mi hijo, claro…me agradaría mucho que me contaras  algo de tu vida.

–La verdad es que no tengo mucho que contarte,  pero quisiera saber algo mas de ti -¿Cómo es tu vida?, ¿eres feliz?

Sus ojos se entrecerraron, tomando aire,  dijo.

–Mi hijo, yo soy muy feliz, porque Dios me regaló muchas cosas.

La mire, sorprendido, hasta diría, incrédulo. ¿Como podía ser feliz esta mujer que siempre estaba sola y que no tenía nada ni a nadie, porque para mi la tía Daluys no tenia nada.

Como adivinando mis pensamientos, siguió.

–Sabes una cosa, a veces pienso que soy una elegida de Dios, porque siempre me tuve todo lo que necesite, me dio la oportunidad de pertenecer a este universo, de ver el amanecer, sentir el sol en el rostro, disfrutar de la lluvia, ver un vuelo de pájaros o de mariposas. Pero lo más importante es que nunca me quitó nada por eso.

-Mira esa paloma, dicen que cuando se quedan solas se mueren, pero esta no esta no se murió, todos los días me espera y me cuenta sus cosas, nos conocemos, nos hablamos, nos necesitamos.

- O  aquellos zorzales, a ellos les cuento mis preocupaciones y me escuchan atentos a veces me preocupo porque son traviesos y se pelean con otros pájaros.

-¿Tienen nombre tía?, pregunté. –No, darle un nombre sería quitarle la libertad, y lo más importante es que sigan siendo libres perteneciendo solo al universo.

Pero, tía, a mi me dijeron que en la vida, siempre existen problemas.

–Si, eso es verdad.

Esperó un instante, hasta que agregó.

Cuando tengas problemas o las preocupaciones te agobien, no pienses mucho, deja libre tu mente, olvídate del pasado y no intentes adivinar el futuro, deja fluir la energía que hay en ti. Solo así podrás liberar tu esencia y tendrás la respuesta que necesites. Solo, cierra los ojos…cierra los ojos… solo, cierra los ojos….

De repente me sentí muy lejos, muy alto, vi una nube, un pájaro, una flor, sentí risas y una alegre melodía, la caricia del viento….los pájaros….

-Hola… ¿estas ahí?….-Si tía.

Abrí los ojos y la mire a los ojos, la vi hermosa… sonriente…feliz. La abrace fuerte, solo dije. -Gracias tía, gracias,  por enseñarme el camino de la felicidad.

Mirándome a los ojos dijo.

-Recorre todos los caminos que quieras, pero recuerda que tiene el derecho y la oportunidad de de ser feliz y nunca dejes que nadie arrebate tu libertad.

Paso mucho tiempo, cada vez que observo el vuelo un pájaro o siento la caricia del viento, o tal vez algún problema pretenda quitarme el sueño. Solo recuerdo la mirada dulce y tierna de la tía Daluys y su sabia sentencia… no permitas….nunca dejes. LUIS ALBERTO.

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