viernes, 22 de abril de 2011

El jardin

Llegaba la primavera y sus hermosos días, en este tiempo el corazón suele latir más rápido de lo normal y comienzan los enamoramientos propios de la adolescencia y que duran aproximadamente lo que dura la primavera.

Tercer año del nivel secundario, materia, geografía, difícil materia, además el titular de la cátedra era el famoso Titus, complicado y exigente, medio “pinton”, las chicas morían por el, razones necesarias para odiarlo un poco mas.

Como iba al colegio en horarios de la tarde, solía levantarme a las nueve, un pequeño desayuno y a leer un poco, generalmente en el patio de mi casa. En este caso, leer el libro de geografía a la sombra de un hermoso naranjo.

Estaba sentado, cómodo, repasando la lección del día, al levantar la vista, observo un jardín que me llamó la atención, nunca lo había visto, era raro, redondo, muchas y variadas flores, mariposas y pájaros. A mi mama, Doña Zoraida, le gustaba y aun le gustan mucho las flores, nos decía siempre que tienen vida y que hay que hablarles, porque conocen los secretos del cielo, decía, comentario que escuchábamos, pero que nunca le dábamos mucha importancia, “eran cosas de mama”, decíamos.

Sorprendido caminé hacia el jardín lentamente, a medida que ingresaba mas me sorprendida de la cantidad de flores, pájaros y mariposas.
De pronto encuentro a una mujer.

–Hola señora.  Dije. Como conociéndome, contestó. -Hola Luisito. -¿Como estas? –Bien, respondí. – ¿Usted es amiga de mi mamá? pregunté…Espero un instante como pensando en algo muy lejano y contestó dulcemente…-Si, claro, somos muy amigas.  Que raro, yo conocía a todas las amigas de mi mamá, pero a esta señora, no la conocía.

-Te gusta el jardín pregunto. Si es muy lindo, muy grande, nunca le había prestado atención, pero es muy lindo, repetí.

–Si, dijo, mirando las flores. Continuó. -Con tu mama trabajamos mucho en este lugar y hablamos con las flores, los pájaros y las mariposas, ellos necesitan que les dediquemos tiempo y si no les hablamos se mueren de tristeza.

-Ellos son enviados de Dios, son como pequeños Ángeles, te cuentan los chismes del cielo y se llevan tus preocupaciones, tus dudas, tus tristezas, de esa forma Jesús, te conoce y te comprende un poco más.

- Que bueno, señora la verdad es que no sabía eso, aunque mi mamá siempre me cuenta que habla con las flores.

-Tu mamá sabe mucho de eso, porque cuando era chica yo le contaba esos secretos cosas, hablábamos mucho, era una niña muy curiosa y muy sensible…después…Hizo una pausa, como si hubiera hablado de mas.
-¿Después que señora? Pregunte…

-Después las cosas cambiaron, pero seguimos juntas, muchas cosas nos unen.

-Señora ¿hace mucho que conoce a mi mama?

–Si, hace mucho, también te conozco a vos, a tus hermanos, a tu papá.
-Abuela, le dije, perdón le puedo llamar abuela, señora.

-Si me gustaría mucho, nunca me dijeron, abuela. … -¿Donde vive usted? –Cerca…muy cerca. ¿Y porqué no nos visita? Sonrió, con una sonrisa tan dulce y angelical que me provoco una gran ternura.

-Siempre estoy con ustedes…siempre…

De pronto escucho que una voz que me llama…a comer que es tarde… Abuela, es mi mamá me tengo que ir, fue un placer hablar con usted.

-¿Cómo es su nombre abuela? -Nibercinda contesto, pero seguí llamándome abuela, es más calido, le di un gran abrazo, un beso en la mejilla y salí corriendo…Que raro, que jardín raro…pensaba.

¿Dónde estabas? Preguntó mi mamá, en el jardín, ¿Cuál? Preguntó. -El redondo, el que tiene muchos pájaros, flores y mariposas, nunca lo había visto.

Mi mamá me mira sorprendida. Seguí hablando.

-También estuve con la abuela, la que te conoce mucho, la que te enseño a conversar con las flores, los pájaros y las mariposas.

Sus ojos se pusieron rojos, me abrazo muy fuerte, se seco las lágrimas, me acaricio la cabeza y dijo. -Pero que loco…que gurisito loco este… y se fue a la cocina…LUIS ALBERTO.

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