viernes, 7 de noviembre de 2014

El Colibrí y el bosque

En un hermoso y lejano bosque, donde año tras año las flores, las mariposas y los pájaros compartían espacio con divertidas Hadas y picaros Duendes. En  ese lugar  los animales vivían en tan  perfecta armonía, que daba la sensación de estar en el verdadero “paraíso terrenal”

Todo era tan armonioso y divino que se poda notar la presencia de Dios en cada rincón del bosque.

Hasta que un día sucedió lo inesperado, como de la nada apareció una fogata, que  después creció y que avanzo tan rápidamente hasta convertirse en lenguas de fuego, arrasando el bosque, destruyendo todo a su paso.

Los animales, los Duendes, las Hadas,  huían despavoridos, nada quedaba al paso de esta maldición, todos corrían desesperados. Nadie podía quedarse esa situación,  eso se había convertido en lo más parecido al temido infierno.

Pero un pequeño Colibrí, mojando sus alas y posicionándose sobre el fuego trataba de apagarlo. Un sabio  elefante le dijo.

- Colibrí, deja de hacer eso, no podrás con el fuego, es muy poco lo que haces.

- El colibrí contesto.

-  Halgo hay que hacer, en este bosque vivieron mis abuelos, mis padres, aquí naci, pase los mejores momentos de mi vida, no lo puedo abandonar,  algo debo hacer, algo funcionara.

- El sabio Elefante contesto.

- Nada se puede hacer Colibrí, solo queda huir, es lo más sensato. Y se fue.

El león, rey de la selva, paso corriendo y le dijo al Colibrí, que continuaba mojando sus alitas, batiéndolas para tratar de apagar el fuego.

- Colibrí deja de hacer eso, te lo ordeno como Rey de la Selva, huye y vivirás, quédate y morirás.

-El Colibrí contestó,

- No puedo Rey. El bosque también es mío, De ser así como lo dices, entonces moriré tratando de salvar mi casa, la de mis padres, la de mis abuelos, la de ustedes.

- El León contesto.

-  Esta bien Colibrí, quédate y muere si es tu deseo y se fue.

Cuenta la leyenda que Dios, se apiadó del pequeño Colibrí y envió una gran tormenta de agua y el fuego se apago. También cuenta la leyenda que el bosque recupero su esplendor, los animales regresaron, las flores, las mariposas, las Hadas y los Duendes también. Que el pequeño Colibrí los recibió a todos con mucha alegría y emoción y el bosque fue más hermoso que antes.

Cuantas veces pensamos que nuestras fuerzas no son suficientes para apagar los poderosos incendios de nuestra vida. Cuantas veces pensamos que no podemos, que somos débiles, que somos poco ante tanta catástrofe.

 Y no siempre es tan así, muchas veces  debemos luchar como el pequeño Colibrí, con lo que tenemos como herramientas, quizás pocas, pero son las que tenemos, porque detrás de nuestro esfuerzo siempre esta El, que es el Alfa y el Omega y seguro que viéndonos decididos, viéndonos convencidos hará el resto.

Luchemos entonces hermanos por nuestros ideales, luchemos entonces hermanos por nuestros valores, principios y virtudes. Luchemos entonces por nuestras familias, luchemos entonces hermanos por nuestra patria,  con lo que tenemos, que a veces  será poco, pero es lo único que tenemos, con lo que sabemos, a veces será poco, pero es lo único que sabemos y así, solo así tendremos la  oportunidad de alcanzar la victoria, la mejor, la que realmente vale. La Victoria Celestial. LUIS ALBERTO.

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