Todo era tan armonioso y
divino que se poda notar la presencia de Dios en cada rincón del bosque.
Hasta que un día sucedió lo
inesperado, como de la nada apareció una fogata, que después creció y que avanzo tan rápidamente hasta
convertirse en lenguas de fuego, arrasando el bosque, destruyendo todo a su
paso.
Los animales, los Duendes, las
Hadas, huían despavoridos, nada quedaba
al paso de esta maldición, todos corrían desesperados. Nadie podía quedarse esa
situación, eso se había convertido en lo
más parecido al temido infierno.
Pero un pequeño Colibrí, mojando
sus alas y posicionándose sobre el fuego trataba de apagarlo. Un sabio elefante le dijo.
- Colibrí, deja de hacer eso,
no podrás con el fuego, es muy poco lo que haces.
- El colibrí contesto.
- Halgo hay que hacer, en este bosque vivieron
mis abuelos, mis padres, aquí naci, pase los mejores momentos de mi vida, no lo
puedo abandonar, algo debo hacer, algo
funcionara.
- El sabio Elefante
contesto.
- Nada se puede hacer Colibrí,
solo queda huir, es lo más sensato. Y se fue.
El león, rey de la selva,
paso corriendo y le dijo al Colibrí, que continuaba mojando sus alitas, batiéndolas
para tratar de apagar el fuego.
- Colibrí deja de hacer eso,
te lo ordeno como Rey de la Selva, huye y vivirás, quédate y morirás.
-El Colibrí contestó,
- No puedo Rey. El bosque también
es mío, De ser así como lo dices, entonces moriré tratando de salvar mi casa,
la de mis padres, la de mis abuelos, la de ustedes.
- El León contesto.
- Esta bien Colibrí, quédate y muere si es tu deseo
y se fue.
Cuenta la leyenda que Dios,
se apiadó del pequeño Colibrí y envió una gran tormenta de agua y el fuego se
apago. También cuenta la leyenda que el bosque recupero su esplendor, los
animales regresaron, las flores, las mariposas, las Hadas y los Duendes también.
Que el pequeño Colibrí los recibió a todos con mucha alegría y emoción y el
bosque fue más hermoso que antes.
Cuantas veces pensamos que nuestras
fuerzas no son suficientes para apagar los poderosos incendios de nuestra vida.
Cuantas veces pensamos que no podemos, que somos débiles, que somos poco ante
tanta catástrofe.
Y no siempre es tan así, muchas veces debemos luchar como el pequeño Colibrí, con lo
que tenemos como herramientas, quizás pocas, pero son las que tenemos, porque detrás
de nuestro esfuerzo siempre esta El, que es el Alfa y el Omega y seguro que viéndonos
decididos, viéndonos convencidos hará el resto.
Luchemos entonces hermanos por
nuestros ideales, luchemos entonces hermanos por nuestros valores, principios y
virtudes. Luchemos entonces por nuestras familias, luchemos entonces hermanos
por nuestra patria, con lo que tenemos, que
a veces será poco, pero es lo único que
tenemos, con lo que sabemos, a veces será poco, pero es lo único que sabemos y así,
solo así tendremos la oportunidad de alcanzar
la victoria, la mejor, la que realmente vale. La Victoria Celestial. LUIS
ALBERTO.
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