martes, 27 de diciembre de 2011

Años pasados...años vividos...

Siempre la Sabiduría estuvo muy ligada a  lo moral. Algunos la consideran  como una cualidad o la forma correcta de aplicar el conocimiento. Otros  como una habilidad que se desarrolla mediante la conjunción de la inteligencia y la experiencia.

La sabiduría se interrelaciona directamente con la sociedad y con el individuo capacitándolo tanto en la resolución de  problemas como para alcanzar metas, minimizar riesgos, etc., en el sentido opuesto podemos colocar a la  ignorancia, la estupidez, el desorden  o a la locura.

La sabiduría tiene como fin alcanzar la capacidad de perpetuar las virtudes y los valores dentro de una cultura y toma sus referencias de lo que se denomina “memoria a largo plazo”,  por esa razón siempre se la relacionó con los ancianos.

Estos fueron por milenios los únicos  poseedores de esa capacidad,  en ellos no solo se apoyó la sabiduría, sino también la  prudencia,  la vivencia, la templanza, etc.

Integraban el consejo  de ancianos, eran los sabios, pero el titulo de “anciano” no se alcanzaba solamente por el número de “años pasados”, sino por la calidad de “años vividos”. 

El solo envejecimiento natural del hombre, no bastaba, dejar pasar el tiempo pero sin haber experimentado con suficiente frecuencia e intensidad los momentos vividos,  no lo convertía en un anciano respetable.

Debía contar con la experiencia necesaria (conocimiento empírico o conocimiento a posteriori),  y ser poseedor de una marcada intuición que lo diferenciara de los demás.

La experiencia siempre contribuyó sensiblemente a la sabiduría, si consideramos que esta generalmente se refiere al conocimiento procedimental (cómo hacer algo), en lugar del conocimiento factual (qué son las cosas). Para que esta sea considerada como valiosa, no solo se necesita acumular vivencias, sino poseer una valiente actitud y una  oportuna decisión que le permita exteriorizar todo su potencial en conductas claras y prácticas que cubran las expectativas de la sociedad. 

Una persona con mucho conocimiento puede ganarse la  reputación de experto, pero no puede considerarse sabio (se puede ser experto sin ser sabio, pero un sabio siempre es un experto), es por esa razón que el aprender de la experiencia de los sabios, es también el arte del buen vivir.

Un anciano que ha vivido su historia no tiene manchas y  su vida siempre será larga y gloriosa.  Merece el respeto y la consideraron de todos, porque una sociedad que no respeta a sus ancianos pierde el rumbo y la oportunidad de fortalecer su cultura.

Por eso amigos, en este tiempo en que la sociedad tiende a descuidar a nuestros ancianos,  donde el abuelo molesta y los sacamos violentamente de nuestras vidas internándolos en los “cementerios vivos” (geriátricos), sin siquiera recordarlos. Donde hasta se les impide ver a sus nietos, o nos enojamos porque no recuerdan cosas.

Ellos “vivieron la vida”, podemos adquirir conocimientos importantes a través de ellos porque saben del arte de caminar despacio.

Recuperemos a nuestros sabios y llevémoslos a nuestra casa, con nosotros, con sus nietos, con sus recuerdos y verán que la vida es mucho mejor con ellos al lado nuestro.  (Dedicado a todos los abuelitos de nuestras vidas,  no los dejemos solos, dediquémosles el tiempo necesario, respetémoslos como sabios y amémoslos como ancianos) LUIS ALBERTO.

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