lunes, 17 de octubre de 2011

El monumento

El Destacamento Móvil I  es una de las Unidades con más  mística de la Gendarmería Nacional Argentina.

Esta prestigiosa Unidad geográficamente ubicada en el partido de San Miguel, Provincia de Buenos Aires, funciona dentro de la Guarnición “Campo de Mayo”, una de las Guarniciones militares  más grandes del país.  En un tiempo difícil, yo tuve el honor de ser el Segundo Jefe.

Este predio lo compartimos con el  Ejercito Argentino, del cual la Gendarmería heredó muchas cosas, por eso  la convivencia es excelente, nos identificamos cariñosamente  como “Los primos”.

Eran  aproximadamente las veinte horas de un día complicado,  acababa de cenar y decidí recorrer la Guarnición.

Caminar por Campo de Mayo a la noche es un placer, observar a las unidades en tiempo de descanso, donde todo parece detenerse y solo se escuchan las consignas de los centinelas o el trinar de algunos pájaros no tiene precio.

La brisa del verano acariciaba mi rostro, camine hasta la “Pista de combate”, recordando mis años de joven,  una linda época.

Me detuve frente al monumento de los Comandos, mi corazón latió un poco más fuerte, como comando, me sentía orgulloso de aquellos que combatieron heroicamente y que se quedaron en esas islas como  diría el poeta “como raíz enterrada que algún día brotará”. 

Un golpe me hizo girar la cabeza,  observe a un suboficial fornido, algo menudo, pero atlético, con   mirada firme  y serena.

- Buenas noches mi comandante.

-Buenas noches Sargento ayudante, como está.

- Bien, recorriendo la unidad.

- A que Unidad pertenece…. Solo sonrió cuando dijo.

–A la mejor Unidad. 

- Quise preguntarle cual era, pero no me pareció oportuno.

-¿Usted es el Segundo jefe del Móvil no? Contesté que si. 

-¿Algo le preocupa mi comandante?

Iba a decir que no, pero mentiría, así que conteste que si.

Quisiera saber que se necesita para ser un buen Comandante y cuando se está a la altura de las expectativas.

-Ser jefe… creo que es muy difícil ser jefe.

-Según veo usted es un hombre experimentado y que puede calificar a un jefe, agregué.

-Un jefe antes que nada debe ser humano, conocer y comprometerse con el personal.  Debe ser fuerte y decidido, porque la duda en un jefe puede significar la diferencia entre la derrota y la victoria o la vida y la muerte.

- No debe ser codicioso porque podría ser sobornado, ni tampoco torpe o confiado porque podría ser engañado.

- Debe ser cuidadoso y valiente en su estrategia, sin ser insensato, porque así como al miedoso se lo puede asustar fácilmente a quien no le teme a la muerte se lo puede matar fácilmente.

-Sabe que al mas sabio se lo puede desesperar, por eso debe ser paciente y sereno, esperando el devenir de los acontecimientos con la "paz de los Césares". 

Dicho esto se quedo en silencio, pensando,  a través del recuerdo mi mente se traslado en tiempo en busca de los líderes y Jefes, que pude conocer.

Hasta que interrumpió mi pensamiento.

-Perdón, mi Comandante, lo que dije es solo una apreciación mía, de lo poco de puede aprender de los grandes Comandantes.

-Claro, conteste, a la vez que pude ver el brevet de que lo identificaba como Comando y su boina verde. –Claro, repetí…

 Como se llama Sargento ayudante.

-Acosta, contesto, Sargento ayudante Gumercindo Acosta.

Gracias Gumercindo, fue una de las mejores clases de liderazgo.

Me acerque y le di una abrazo, saque dos cigarros, ¿Me acompaña? Dije, son de la Republica Dominicana.

Me senté a su lado, hablamos de muchas cosas... De pronto, nuevamente sentí la brisa del viento, al abrir los ojos, pude leer. “AL SARGENTO AYUDANTE GUMENCINDO ACOSTA CAIDO EN  LA GESTA DE MALVINAS”.

Al mi lado aún estaban los dos cigarros, a medio fumar. Saludé  y lentamente camine hacia la plaza de armas. LUIS ALBERTO.

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