lunes, 4 de abril de 2011

Juan el Artesano

Hablar de Juan “El Artesano”, es hablar de muchas cosas, con su pinta de tipo bueno, siempre alegre, siempre sonriente.

Cargando ese aspecto raro,  una extraña mezcla de profeta cristiano y maestro hindú, hablaba tanto de arte como de música, de Sabina o Mozart, de Dalí o de Aristóteles, con una sabiduría práctica podía ejemplificar un pasaje bíblico o explicar un plan económico.

Siempre con su esposa Emma, trabajando juntos en la feria, creando cosas de las más diversas, podía ser una pulsera de cobre, un farol, un cuchillo, un libro o un simple consejo.

Para mi detenerme todos los días en el puesto de Juan  era algo imprescindible y enriquecedor, era  iniciar un  imaginario viaje a un mágico mundo.

En una tarde de un día cualquier me acerque como siempre a su stand, hablamos como siempre, de cosas de la vida, buscando algunos “porqués” que formaban parte de los conceptos filosóficos diarios.

Entre cosas les pregunte.

-Juancito, ¿Cómo haces para juntar tantas cosas? ¿Cómo haces para despertar la imaginación?.

-Mira amigo, creo que la base esta en saber mirar  para poder ver, usar la vista y la mente, eso te permitirá identificar al objeto y darle el valor agregado necesario.

-El arte de la creación se apoya en  ese toque de locura  que  solo esta en tu mente y te permite crear algo, muchas veces sin saber que y para que, lo hiciste porque que gusta, la utilidad aparece después.

-Claro, conteste, pero ¿Cómo conseguir objetos que puedan servirte?

-Lanzando una carajada dijo. –Mira Luisito, el mejor  amigo del artesano el tacho de basura, lo que a otros  molesta para mi es materia prima. Si te pones a pensar tantas cosas se pueden encontrar en un tacho de basura te sorprenderías.

-Las personas creen que un tacho de basura es algo despreciable, tiran las cosas como si fueran desperdicios y hasta con bronca, y no es así,  las cosas del mundo no son nuestras, la vida nos presta para poder crear, por eso cuando ya no las utilizamos, simplemente debemos dejarlas para que otros las utilicen, ese es el ciclo.

-Particularmente cuando algo ya no lo utilizo, entablo una pequeña conversación con el y después con un fuerte abrazo lo llevo hacia el tacho de basura, me deseándole suerte en su próxima vida, lo dejo descansar, porque  necesitan también descansar.

-Una especia de jubilación, agregue. –Exacto, una buena jubilación.

Me detuve a pensar, cuantas veces pensé que lo que no me servia debía ser tirado, bastardeado, olvidado, menospreciado, y sentí vergüenza, quise pedir perdón, pero en realidad no sabia a quien.

Me pare y camine lentamente, encontré un tacho de basura oxidado y triste, parecía olvidado, viéndolo  tan solo, agregue con nostalgia.

-Perdón amigo, perdón por todas las veces que te ignore, perdón por no conocerte, creo que a partir de ahora trataré de ser mejor persona.

Regrese al Stand de Juan, el ya estaba conversando con otras personas explicándoles como se podía recuperar un vieja botella de una conocida marca de vino. Me despedí y me fui.

Desde ese momento, cada vez que tengo que desprenderme de algo y armo las bolsitas con cosas que ya no las voy a utilizar hablo con ellos y también los abrazo fuertemente, me despido deseándole buena suerte.

También les pido que cuando las cosas se pongan cuesta arriba, me ayuden.

A partir de ese momento cuando las noches se pones mas negras y pesadas, siento como si manos mágicas abrazaran diciendo. -Amigo no temas, estamos contigo. LUIS ALBERTO (Dedicado a Juan “El artesano”, amigo y maestro en el arte de vivir).

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